Auténtico desastre de organización. Es lo primero que se puede decir de esta 33 edición de la Maratón de Valencia. No me ha costado encontrar título a este post, aunque también podría llamarse "Una buena carrera, a pesar de la organización". Así, de entrada ya os he resumido cómo fue Valencia 2013.
No me voy a extender en las críticas, porque ya les han caido las del pulpo en las redes sociales. Tan solo unas pinceladas para que quien quiera ir a correr por allí, sepa a lo que se expone si no cambian mucho las cosas. Para empezar, la bolsa del corredor batió el record de birriosa y cochambre, tan solo publicidad. La camiseta de la prueba solo talla XL a las 16:30 de la tarde, pero también se acabaron y a los que llegaron un poco más tarde XXL. Nadie entendía para qué se nos preguntaba la talla al hacer la inscripción, y por supuesto, nos volvíamos locos rebuscando en la bolsa y no encontrábamos el buff y otros regalos anunciados en la web. Y ojo, porque los de mi grupo, es decir los cuatro amigos que nos desplazamos juntos para correr, podemos llorar por un ojo, ya que tuvimos de casi todo en los avituallamientos, y nos vinimos con nuestras respectivas medallas. No fue así para todo el mundo. Los más lentos se quedaron sin bebidas y lo peor, sin la medalla.
Además de todas estas cuestiones que afectan, y mucho, a los populares, tampoco se escaparon del desastre ni los elite. Carles Castillejo, que pretendía hacer marca, lo dejaron sin las liebres que le habían prometido en la organización. Muy lamentable.
Aunque han pedido disculpas públicamente por lo sucedido, las explicaciones que han dado y las excusas no me han gustado un pelo. Dicen que los corredores piratas y con dorsales falsos tienen la culpa de la falta de medallas y avituallamientos. Lo siento, pero me parece de muy mal gusto echar balones fuera y las culpas a los otros. Haberlo controlado convenientemente. Y además, estas cosas no pasan en las buenas carreras, por algo será. Y como alguno les puso en el Facebook: Iros a Santa Pola a hacer un cursillo!
Pues bien, con todo y con eso, se escapa esta edición porque nos hizo una mañana perfecta para correr, el circuito es ahora más rápido y bonito, y el ambiente ha ido mejorando año tras año, y ahora, Valencia, es una de esas ciudades a las que merece la pena ir para compartir esas calles con sus buenas gentes y sentirte arropado y empujado por ellos. El entorno de la Ciudad de las Artes y de las Ciencias es uno de los lugares más bonitos e impresionantes que conozco para la ubicar el centro neurálgico de una carrera.
En fin, en cuanto a los resultados, mejor de lo esperado, ya que mi intención era hacer un test para comprobar mi forma a estas alturas (en los otros dos maratones no apreté las clavijas), y necesitaba verme. Al final, 3:09, algún minuto por debajo de lo esperado, por lo que muy contento y esperanzado para ese primer objetivo importante de la temporada (ya os estaréis cansados de leerlo) el sub 3:00 de Sevilla el 23 de febrero. Nosotros, con los deberes hechos, nos dimos nuestro merecido y ya clásico homenaje en el muy recomendable Casa Carmela, de la Malvarosa.
El domingo al Cross de la Artillería, a ver cómo recupero y cómo sale...
Ya os cuento. Ciao.