domingo, 26 de mayo de 2013

"EL IR DE LANZAROTE Y ADIOS AL MANDARACHE...


En cuanto a la que ha sido mi séptima incursión en la larga distancia del triatlón, ha ido todo según lo previsto. Un viaje estupendo para disfrutar una vez más de esas tierras que te hipnotizan y te obligan a volver una y otra vez, por mucho que te hagan sufrir. Como siempre, con Elena, pero con la gran ausencia esta edición del amigo Eli, que por problemas físicos ya solucionados tuvo que renunciar a su quinto Lanzarote, nos plantamos allí en esta ocasión, en vuelo desde Madrid.

Con el amigo Toño, en la zona de la Feria, en La Santa. Un gran tipo...


Toma de contacto, inscripción, recogida de dorsal y bolsa en La Santa, montar la bici, preparar todo material, y mientras, con el ojo en el pronóstico del tiempo, y sin darnos cuenta ya estábamos en el sábado, el gran día. Los recuerdos de la carrera, en versión resumida, son los que siguen:

"Verdaderamente se confirma que por mucho viento que haga en la Isla, en la Playa del Carmen no se nota más que una ligera brisa, y además, como predomina con componente norte, el mar tiene el resguardo de tierra, y suele estar muy tranquilo, lo suficiente para no ponerme muy nervioso, solo lo justo.

Pedazo madrugón, como siempre toca, a las 4:30 en pie para el desayuno. La mañana amanece con bastantes nubes y comienza a llover, bueno, total habrá que mojarse de todas formas... No obstante, y como casi 1.800 tíos al agua al grito de maricón el último, no es mi plato favorito, siempre me coloco en última fila, dejo que todos se pongan a nadar, y cuando hemos quedado solo los asustados, unos cuatro o cinco minutos después, entonces me enjuago las gafas, y a por ellos, que no son pocos!


Así resultó durante 1:35, es decir, una de mis peores marcas en el segmento, en torno al 1.500 de la general, pero no podía ser mejor por el tiempo entrenado este año, probablemente el que menos horas he dedicado al líquido elemento. Así de serio salgo del agua, me asusto a mí mismo...


Una vez fuera, a la transición, me abro el neopreno, me enjuago en las duchas, me seco bien, me cambio completo, dorsal, casco, zapas, manguitos, y a por la burri. Vale, fueron 20 minutos el la transición, para muchos excesivo, pero hay que salir bien "arregladico". Como se ve, la cara ya ha cambiado...


Ahora ya sé que lo tengo hecho, lo difícil ya está. Reconozco enseguida a mi flaca (solo quedan unas pocas en los boxes), monto, y a por los 180 kms. Los primeros 30 o 40, no recuerdo bien, con el asfalto bastante mojado y salpicando, como una sopa, hasta que se abre el cielo y empieza a salir el sol tímidamente. Menos mal, porque a pesar de la ropa (mono más mallot y manguitos) llevo algo de frío. En mi línea, voy cogiendo ritmo y adelantando ciclistas poco a poco, y así va transcurriendo el circuito, que voy recordando del año pasado. 


El viento nos castiga algo más, y mis piernas, sin recuperar de Ronda no están para muchos esfuerzos, así es que encuentro mi modo de velocidad de crucero, y a mantenerlo, llevando control de los minutos, conforme van pasando, y de mis necesidades de alimento e hidratación (esto no puedes descuidarlo en un IR). En cada avituallamiento cojo un bidón, el primero de isotónica, el siguiente de agua, y así sucesivamente, alternándolos, y comiendo, al menos, cada hora. Los kms van pasando y sin darme cuenta estoy en La Santa, ya recuerdo que ahora toca un tramo de viento de costado (dirección a Famara), y luego otro con el aire a favor, para empezar los ascensos a los miradores. Toma fotaca que me he encontrao, toa pa mi solo...


Así, todo va transcurriendo en orden, hasta la base del Mirador del Río, donde me tengo que parar a desalojar líquidos. Lo hago y ahora, hasta arriba de un tirón. En plena subida comento con otro corredor lo bonito que está el mar desde allí, y el hermoso paisaje del que podíamos disfrutar (la Graciosa se ve a nuestra izquierda). Me dijo que también se podía llegar hasta arriba en coche!! Y es que la guasa no puede faltar ni en esos momentos críticos. Así es como se ve desde la bici, impresiona por bonito...


Corono, cojo un bidón, y para abajo, ahora sé que si no tengo ningún percance en la larga bajada con los tramos con viento de costado, incluso podría acercarme a mi marca del pasado año con 6:50 en la bici. Bueno, da lo mismo, este año Lanzarote es para pasear no?? Pues eso, me dejo caer con cuidadín y me coloco entre un pequeño grupo de unos cuatro ciclistas que nos dejamos distancia pero que nos servimos para dibujar y marcar la trazada que va serpenteando de un lado a otro. Así hasta que el terreno deja de ser favorable, y comienzan las largas rectas que de vez en cuando pican algo hacia arriba y en otros tramos siguen casi llanas. El caso es que me encuentro bien de piernas, con ayuda del viento que aquí nos viene de cola, y con una bici, la Venge, a la que le gusta el ritmo alto y el rodar rápido, el caso es que sigo adelantando a muchos ciclistas, bastantes de ellos en cabra, precisamente en su terreno, qué paradoja!


Saludo a Pierre, a Toño cuando los paso, y cuando me vengo a dar cuenta estoy a tan solo 20 kms de la transición. Solo faltan unos 10 de bajada hacia la costa y otros tantos para encarar el Puerto del Carmen, así es que sin forzar nada para no tener un percance de última hora, e intentar llegar con las piernas lo más enteras posible a la carrera a pie, llego a T2 diez minutos antes del mejor pronóstico que le había dado a Elena. Menos mal, ya estaba allí esperando (qué bien me conoce), un beso, cojo la bolsa de la transición, y a la carpa para el cambio de zapas, me pongo las medias de compresión, la visera, y a correr. Coincido con Miguel Sáez, otro amigo del Pilar, pero... Oh, oh, problemas. Las piernas me dicen que Ronda ha sido hace justo una semana y que no están para tirar cohetes, más bien lo contrario. Cada zancada es dolor  en los cuadriceps, y mi conato de pubalgia también me recuerda que está ahí. Bueno, pues a regular, un trote suave llevadero y a por los 42, que esto no es naaaaa!. En Lanzarote la primera vuelta es la peor, la más larga, y la más aburrida, nos lleva hasta Playa Honda (casi Arrecife) por la costa, pasando por el perímetro exterior del aeropuerto. 


El viento es, en ese sentido, en contra, y sopla bien, tanto que nos tira la arena de la playa a la cara y al cuerpo, total que con la crema solar con la que nos han embadurnado los voluntarios, algunos parecen croquetas. Pero bueno, llegando al punto de giro, el Km 11 aproximadamente, el viento ya favorece, y cuando llegas a la zona de meta para el siguiente giro, ya solo quedan otras dos, pero cortas, solo la mitad, y estará conseguido. Yo voy cogiendo líquidos en todos los avituallamientos, bebo, y lo que no, por la cabeza para refrescarme y a los muslos, para aliviar la zona más castigada. Con las esponjas que nos dan me voy quitando la crema y la arena de la cara y de los brazos. Elena me anima en cada vuelta, y me voy cruzando con los amigos, unos bien, otros no tanto, y eso me mantiene bastante motivado,  lo mismo que ver a muchos corredores que han renunciado a correr y andan, o se arrastran como zombies, con la esperanza de ver pasar los kms y llegar a meta en un tiempo decente.


Yo consigo seguir a lo mío, a por la pulsera azul, con mi trote cochinero, incluso me animo en los últimos kms, y voy sumando,  sumando, hasta que por fin, METAAAAAAA!!! 


Al final salen 13:16, en torno a la mitad de la tabla de la General y de mi grupo de edad. Es casi una hora más que el año pasado (dicen que este ha sido uno de los más duros), pero no importa, otro más, ya van siete, y aquí estoy, entero y esperando volver el año que viene a por más. Menudo veneno tiene este Demonio de Timanfaya". 


La segunda parte del título de este post se debe a mi baja en el Club Atletismo Mandarache de Cartagena. Diversos acontecimientos habidos en su seno durante las últimas semanas me han llevado a considerar mi pertenencia a este colectivo, y no por sus miembros, todos excelentes compañeros, sino por las decisiones tomadas por la Presidencia y la Directiva del Club en la gestión de una crisis, que creo muy desafortunadas y no puedo compartir de ninguna manera. Han sido casi cinco años de estupenda convivencia y experiencias deportivas con la inconfundible camiseta del damero. Ahora comienzo una nueva etapa como deportista independiente. Ya os cuento.

Ciao.