Aunque el sábado participé en el Triatlón olímpico de Los Alcázares, con un gran ambiente, y comprobando la puesta a punto para Niza, con buenas sensaciones en el mar (a pesar de lo picado que estaba y de los 44 minutos que tardé en completar los 1.500 del segmento), el domingo nos fuimos una buena parte del grupo a Cartagena, respondiendo a la atenta invitación del JUAN SOLANO, un compañero y amigo de Félix, que se había brindado a enseñarnos la ruta de los Castillos del Puerto. Allí nos plantamos los ocho de la foto (algunos sin la equipación reglamentaria), para disfrutar de la jornada. Juan es del centro, de amarillo, y los demás, ya nos conocemos.
Aunque con un inicio algo accidentado por culpa de una avería mecánica en la bici de Pepe Guirao, que había perdido un tornillo (la bici), pero que Félix solventó providencialmente con otro similar que encontró en la zona del parking, y que nos permitió seguir sin más incidencias mecánicas.
(Pepe, el modelo y la pose son buenos, pero no te quejarás del fotógrafo, que te deja hecho un pincel con el "fotochop". Más de uno se nos va a quejar por el trato privilegiado que te doy)
Y digo mecánicas, porque en plena subida a Galeras tuvimos la mala suerte de darnos de frente con la patrulla militar que vigilaba el acceso, que teóricamente está prohibido al personal civil, y que nos obligó a darnos la vuelta sin coronar, pero gracias a la paciencia y sabiduría de nuestro anfitrión, conseguimos burlar el cerco y subir más tarde por otro camino.
El recorrido muy completo y cabal, primero por el Puerto y calle Real, calentando hacia Galeras, como he dicho, que es el monte que queda a la derecha, según se mira al mar, y después a San Julián, que es el opuesto. También pasamos por el Faro de Navidad, y terminamos en el Castillo de los Patos. Las vistas extraordinarias, a ambos lados de la bocana del Puerto, con unas perspectivas de Escombreras, la Algameca, Cabo Tiñoso, etc. Un recorrido turístico que no nos podíamos perder, y menos cartageneros como yo, que casi treinta años fuera de la ciudad, no habíamos tenido la ocasión de conocer estos emblemáticos lugares.
En la foto inferior tenemos a José Manuel y a Félix, posando sonrrientes y más que orgullosos tras la subida a San Julián, con unos 3,5 kms de cierta dureza (puede apreciarse la altura por las referencias de las velas de los barcos que se ven al fondo).
En esta otra, tenemos a Joaquín, que se alzaba victorioso por las mismas razones, además de venir lapierreando toda la mañana, y casi provocar alguna caída entre los primos (Antonio y José) de la pura risa. Por cierto, Antonio se nos marchó sin pagarse naíca por su Santo. Nos la debes, rufián.
Y no podía terminar el evento sin el correspondiente refrigerio en otro entorno perfecto, el Puerto de Santa Lucía, con cerveza bien fría y pescaíto, mientras disfrutábamos viéndo cómo se recogían las velas latinas, que eran las que habían salido aprechando las buenas condiciones y veíamos desde San Julián. Un verdadero espectáculo, ya que se trata de unas embarcaciones muy singulares, de origen mediterráneo, muy antiguas y difíciles de manejar por la particularidad de sus velas.
Gracias Juan, cuando pasen los calores y te hayas recuperado de los puertos asturianos, te esperamos por Murcia para corresponderte y enseñarte esta zona.