Lo primero, siempre antes, y en este caso, no puedo empezar mi comentario sin señalar la magnífica organización de este evento deportivo, de primer orden, que muy pronto será referencia en el calendario del running y del senderismo nacional. Felicidades a todos los implicados, y en especial, a la EIMGAF de la Armada, cuya iniciativa y esfuerzo han hecho posible las dos primeras ediciones, y siendo merecedores del Premio al mejor acontecimiento deportivo cartagenero del año 2010.
Dicho esto, y aprovechando un día climatológicamente perfecto en un entorno (Cartagena) inigualable, nos dimos cita para participar en la II Ruta de las Fortalezas casi 3.000 almas con sus respectivos cuerpos, entre los que estaban los de Riqui, Ino, Juan Pedro y el mío. Esta era la representación del grupete LA MOTA en Cartagena, pero también participaba un buen número de amigos del CLUB ATLETISMO MANDARACHE, al que pertenecemos orgullosos Riqui y yo.
Además, descansando del entreno (reservándose para la media de Elche) y de la ardua y minuciosa tarea de vigilar y denunciar las faltas de ortografía de este Blog, nos acompañó para hacer un extenso reportaje fotográfico, mi hermano Feli, que a su vez contó con la asistencia de su Sra. esposa Nati. Los dos me atendieron de lujo, antes, durante y después de la carrera, dándome comida y asilo.
Además, descansando del entreno (reservándose para la media de Elche) y de la ardua y minuciosa tarea de vigilar y denunciar las faltas de ortografía de este Blog, nos acompañó para hacer un extenso reportaje fotográfico, mi hermano Feli, que a su vez contó con la asistencia de su Sra. esposa Nati. Los dos me atendieron de lujo, antes, durante y después de la carrera, dándome comida y asilo.
Pues bien, hechos los agradecimientos, paso al relato de lo que fue mi carrera. Como ya sabíais los que me seguís con cierta regularidad, había preparado esta prueba con tiempo y empeño. El objetivo marcado era hacer Sub-5:00, ya que el año pasado terminé en 4:54 (14º de la General y 9º de Categoría +35) y conociendo que en esta edición se sumaban tres kms más al recorrido y algunas dificultades técnicas, como la subida al Calvario (nueva este año) y la subida a San Julián por un sendero distinto, era consciente de que igualar o mejorar el tiempo era tarea complicada, pero mi mejor preparación física de este año y el conocimiento del terreno, con un desnivel positivo de 1.800 m, me deberían dar lo justo para intentar luchar por ese ambicioso objetivo. El mayor inconveniente, la caída en bici del domingo pasado en el Duatlón de Jumilla, que me dejó el cuerpo hecho un mapa mundi, y con algunas heridas todavía frescas.
Bueno, ya lo sabéis, he conseguido rebajar un minutillo, entrando en 4:53 y obteniendo el 7º de la General y 3º de la Categoría +35, es decir, otro reto conseguido. Mi experiencia en este tipo de pruebas (de larga distancia), además de un entrenamiento específico, mi constitución física, y unas pequeñas dosis de suerte, que también son necesarias, lo han hecho posible.
En la Salida me encuentro con Pedro Cayuela, amigo de la PL de Cartagena con el que había coincidido en la Media de nuestra ciudad, y los dos sabíamos que podíamos intentar unos ritmos similares, por lo que planificamos hacer juntos todos los kms posibles. Así, también consideramos la importancia de una buena colocación en la salida, para evitar atascos y aglomeraciones los primeros kms. Sale perfecto, porque en menos de quinientos metros ya estamos con el grupo de cabeza. Solo se nos despegan los que se adivinan ganadores, o los que caerían en el intento. La carrera es muy larga, y sé que el terreno y los kms terminan poniendo a cada uno en su sitio. Por eso, nosotros encaramos la subida al Calvario a nuestro ritmo, sin vaciarnos, sabiendo que es más fácil y físicamente rentable recuperar en las bajadas que exprimirte en las primeras subidas. Coronamos y nos dejamos caer hacia Lo Campano, nos cruzamos con los que ahora inician la primera subida, y giramos a la izquierda, hacia San Julián. Esta es la segunda subida, que empieza cómoda, pero que nos sorprende con un desvío que nos saca del camino asfaltado tradicional y nos conduce por un sendero estrecho y sinuoso hasta la misma cima. Allí comprobamos que la media prevista se nos puede escapar. Además, el helicóptero que seguía la prueba de cerca, casi a nuestra altura, nos distrae en esa zona técnica y a punto estoy de esturrearme por un terraplén, menos mal que me sujeto a unos matorrales y salvo los muebles (las dosis de suerte que digo también influyen). Sellamos los pasaportes y para abajo. Ahora, sin sorpresas, por el mismo recorrido del año pasado, que nos permite apretar un poco el ritmo y recuperar tiempo. Llegamos al puerto y encaramos la subida al Castillo de la Concepción. De camino, por el Puerto de Santa Lucía, nos saluda y adelanta el siempre atento Julio Carrero-Blanco, exmandarache y compañero de fatigas deportivas, con otro corredor, y comprobamos que tenemos por delante, pasando por el antiguo Hospital Naval, al equipo amarillo que se nos destaca, y al azul que también nos lleva unos minutos, además de una decena o más, de corredores en modalidad individual.
Llegamos al Castillo de la Concepción, aprovecho el avituallamiento para rellenar la mochila Camelback con agua, y bajamos al centro, donde pasamos, de nuevo, por la zona del Ayuntamiento, con buena animación, y ponemos nuestro ritmo por la calle Real en dirección a la Algameca hasta la Batería Fajardo, donde se vuelve a poner duro el terreno, y adelantamos a Julio y al otro joven corredor que, por su zancada demasiado exagerada y gastona para la larga distancia (levantando mucho las rodillas), sabíamos y habíamos comentado que no tardaría en caer. Nosotros vamos bien, dentro de los márgenes previstos y comenzamos la subida a Galeras, donde nos cruzamos con los que van por delante, el joven cabo de infantería que resultó ganador, que bajaba destacado y con una zancada muy suelta, y el resto, a cuenta gotas. Coronamos, sellamos y al descenso, recuperando e intentando en lo posible no cargar las piernas. Así hasta la Rambla y el avituallamiento del Campo de Fútbol, donde me paro un segundo para estirar, echar un trago de isotónica y espero a Pedro, que se había descolgado unos metros. Salimos hacia la Atalaya, y en cuanto llegamos al camino de subida, dejamos el trote para empezar a andar. La subida no permite otra opción, ya que está muy empinada y es técnica, con piedras formando irregulares escalones, pero yo aprovecho para estirar los gemelos en cada zancada, lo que me permite recuperar un poco los ya castigados músculos, y lo puedo hacer a un ritmo alegre, que ya no puede seguir Pedro, por lo que decido seguir solo hasta arriba. Corono, adelanto al equipo azul que se reagrupa, sello y me lanzo por la pista encementada de bajada, adelanto a un par de corredores más que ya tienen problemas por calambres y busco la salida hacia Tentegorra. Eran las 3:30 horas de carrera, un poco justo según mis pronósticos...
Paso por delante del acuartelamiento, donde mi hermano me espera, foto y ánimos. Sigo, ya solo, con la única perspectiva de la recta, cuesta arriba, hacia el parque. Veo al equipo amarillo a unos 300 metros, aprieto el ritmo, lo que las piernas me permiten, y compruebo que puedo alcanzarlos, lo consigo antes de llegar al alto del quiosco, y sigo buscando las referencias de la organización, porque ya no veo a nadie por delante. Así llego al avituallamiento que hay antes de la última y definitiva subida, el Roldán, vuelvo a estirar unos segundos y recargo la mochila con lo justo de agua, ánimo, me digo, es la última, sí, la última, pero menuda traca final de fiesta. Alcanzo a Daniel, del EQUIPO MADELSUR, que había reconocido de lejos, hacemos juntos unos metros, pero se queda, yo sigo a mi trote cochinero, pero no dejo de correr, alcanzo a otro grupo de unos 4-5 corredores, y me animo yo solo (eran los que tiraban tanto al principio con pintas de pros), hasta que llego al mirador, previo a la zona dura, a mi ritmo, paso a paso, me tomo el último gel (este con cafeína) acompañado de un buen trago de agua, y comienzo la subida-escalada del monte Roldán. Cómo impone desde abajo, es impresionante. El trazado, bien balizado, hay que seguirlo por el lado más cómodo, que para mí es el de piedra, donde mis zapatillas de correr por asfalto (Mizuno Ronin 2, de 190 grs) se agarran mejor. El año pasado lo hice con la versión anterior del mismo modelo, y solo me dieron avisos en las bajadas sueltas, por lo demás, son perfectas. Así, anticipando cada paso y con la mirada puesta en la señalización, e ignorando el paisaje, llego arriba. Carlos, amigo y Bombero de Cartagena está en el puesto más alto del Roldán, y se sorprende al verme tan pronto por allí. Me anima: ¡Máquina, creo que vas el 9 o 10! me dice, sello e inicio el descenso con todas las precauciones. El sendero, sinuoso y en algunos tramos enpedrado, me complica la bajada, pero ya la conozco, y esto, unido a mi ligereza, me permite apoyar con seguridad, por lo que el ritmo es bueno, y adelanto a otros dos. Son del equipo negro (runtriton), que se ha descompuesto, y encaro hacia Tentegorra, allí me despisto en un cruce y me voy a la izquierda, un militar me detecta y grita ¡Por ahí no! Menos mal, si no, aparezco en Canteras. Retomo el recorrido bueno, paso por la puerta del Parque, me cruzo con Fran, el otro amigo de Madelsur que empieza la última subida, me choca la mano, y me anima: ¡Menudo carrerón!, empiezo a creérmelo, cuando otro militar de la organización me indica que el que tengo delante está a 200 metros, y va andando... Pues vale, pienso yo, pero cuando cojo la pista de tierra, paralela a la carretera, lo veo, es otro Runtritón del equipo negro, y efectivamente, alterna carrera con paso ligero. Cartel de 1 km, lo alcanzo y adelanto (luego resultó que le arrebaté el podio), aprieto el ritmo subiendo la cadencia y me digo hasta el final, a muerte, entro en las instalaciones militares, cartel de 500 m. Es un poco agónico, por largo, este último tramo que se hace dentro del recinto, pero como lo conocía, no me sorprende, llego a la recta, justo antes del giro de meta, miro atrás y compruebo que voy destacado, solo, así es que me dejo llevar, por megafonía dicen mi nombre, y el puesto, joder, escucho que voy a entrar el septimo! y el Garmin me marca 4:52..., 4:53..., Meta. Paso por control de tiempo, pasaporte y felicitaciones de todos los presentes. Veo mi ticket y... Sorpresa! 3º de Veteranos. No me lo creo, menuda alegría, también me llevo trofeo.
Después de estirar mínimamente, mi hermano me presenta a algunos de sus compañeros del 112, y me acompaña, con Nati, en busca de la ansiada Coca Cola (lo siento por esta publicidad gratuita), que es lo que me pedía el cuerpo, porque agua ya había bebido bastante, y la cerveza no me entra. Localizamos el burbujeante líquido en la zona de cocinas y me repongo con dos botes en una sentada. Ahora sí, vuelvo a ser persona ¿Qué tendrá este dichoso invento americano? Nos informan que los trofeos se darían a las 18:00, y son pasadas las 13:00. Lo comentamos y decidimos ir al centro, a casa de Feli, donde me ofrecen asilo duchero y me invitan a comer en un restaurante cercano (qué bien me sienta la pasta), un ratico en el sofá de su casa y a las 17:00 regreso al Cuartel. Riqui y Juan Pedro ya han llegado, y esperamos la entrada de Ino, algo descolgado, con problemas en los pies. Así, cerca de las 18:00 llega el último motero, y anuncian la entrega de trofeos, las autoridades y el público, al palco. Megafonía: Segunda Clasificada Senior Femenina, Esther Sánchez, también del Mandarache... Tercer Clasificado Veterano Masculino... el que firma. Muy emocionante.
Gracias a todos por el apoyo y ánimos recibido, especialmente esta última semana, cuando tras el percance de Jumilla no sabía si estaría al 100% para Las Fortalezas.
En esta última, la grupeta de LA MOTA, satisfechos, cuatro finisher más. El año que viene volveremos, y si podemos, nos traeremos a otros tantos para que debuten y se maravillen con nuestra ciudad y paisajes. Y yo, probablemente, también, pero para acompañarlos y esta vez sí, hacer fotos y disfrutar de las vistas, que también me lo merezco.
Ciao