jueves, 27 de mayo de 2010

"FAUNA SALVAJE...?

Este martes pasado, y buscando una mínima preparación para la dura Marcha de Moratalla del próximo sábado, que me permitiera terminarla sin problemas, hice una escapada con la flaca, muy parecida a la del martes anterior, con la intención de acumular kms en subidas. Tal cual, me fuí por la Mota del río hasta Alcantarilla, siguiendo hasta la Vía de Servicio de la Autovía en dirección a Alhama, y desde allí, a lo alto de Sierra Espuña, en concreto al Collado Bermejo, con regreso por El Berro, Gebas, Fuente Librilla, Barqueros...

Mi sorpresa, cuando en mitad de la subida al Collado, a la altura de la Fuente del Hilo, me encuentro con lo que parece un perro pequeño, alargado y flacucho, pero con la cola bien hermosa....

Joder, pero si no es un perro, es un zorro. Lo paso unos metros, me paro, veo que no se asusta, sospecho que si está husmeando por esa zona es más bien porque está hambriento, y saco una barrita energética, me mira, se acerca, y sin ninguna vergüenza, se come un pedazo que le tiro. Me mira de nuevo, se me acerca más, yo que no doy crédito, y le echo otro pedazo. Se lo zampa, se relame, y se me planta delante, con todo el descaro del mundo, como diciendo venga, no seas tacaño, dame más...

Ya solo me queda un pedacín y lo dejo en mi mano, se la acerco, y lo nunca visto, se lo come de mi palma. No lo podía creer, UN ZORRO COMIENDO DE MI MANO!! De la emoción casi se me cae el teléfono móvil con el que pude hacer estas fotos. Ya no pude darle más comida porque lo único que me quedaba eran dos geles y una glucosa (aunque por el hambre que presentaba yo creo que hasta se los hubiera comido, pero con riesgo a quedar implicado en la "operación puerto").


Verdaderamente impresionante. Uno de los momentos más interesantes vividos en el transcurso de mi experiencia deportiva y en contacto con la naturaleza.


Evidentemente, el zorrito tenía hambre, pero además todo parece indicar que estaba muy acostumbrado a la presencia humana, y aunque yo estaba solo (lo que hizo de ese momento fuera todavía mucho más emocionante), y algunos dicen que a veces soy muy zorro, me han comentado, y debe ser cierto, que este zorro debía ser uno de esos animales que han soltado del Centro de Recuperación, y que muy lejos de llevar vida salvaje, está tan acostumbrado a los de dos patas, que solo le faltaba hablar. Es lo más probable. Pero de ser así, me permito cuestionar el trabajo realizado en el Centro, porque si se suelta en estas condiciones a un animal, casi domesticado, que se va a jugar la vida en la carretera por unas sobras de comida, que difícilmente aprenderá a cazar (y eso que este año hay conejos para parar un AVE), y que queda al alcance de cualquier desaprensivo que se encapriche con su cola, se la habrá puesto en libertad muy expuesto a llevar una vida impropia, y lo que es peor, a morir.

En fin, no es segura esa procedencia, y tampoco le resta ni un ápice de valor al momento extraordinario que pasé ese martes. Inolvidable. Este duro entreno y otros muchos más que vengan, habrán merecido la pena por ese rato especial que pasé con mi amigo zorro, aunque no fuera tan salvaje.

Ciao.