Ya estamos de vuelta, con la carrera terminada, sin lesiones, y sin problemas serios reseñables, más que la propia dureza de la distancia, sus particularidades y anécdotas. Por cierto, un día perfecto para correr, despejado, fresco, y con el ambientazo de los más de 30.000 deportistas que tomamos la salida en los Campos Elyseos.
Mi resultado, mejor de lo esperado, 3:21, recortando casi cinco minutos a mi mejor tiempo en Roma 2008. No obstante, he de reconocer que con bastante más sacrificio y agonía que en aquél. Y me explico: en la semana de la carrera no hice ni un km a pata, hasta el día previo, el sábado 4. Es verdad que se debe descansar mucho en los días anteriores, especialmente en la última semana, pero también sabemos que es recomendable soltar piernas, y hacer algunos kms para mantener el tono muscular y la maquinaria engrasada. No pude, y por motivos de trabajo, que también hay que atender, durante esa dichosa semana, no tuve tiempo para hacerlo, y solo salí un par de horas en bici, el miercoles, pero no encontré el momento para trotar como también debía, al menos, un par de días (lo ideal hubiera sido el martes, jueves y un pelín el sábado).
El caso es que cuando me ví en París, y sin haber cumplido el plan previsto, el sábado, cuando ya estabamos allí instalados, salí por la mañana para echar un rato, y al final fué más de una hora por el Bois de Boulogne, con unas series cortas en rectas, y reconociendo los últimos kms del maratón, que ya estaban pintados en el asfalto. Error grave, porque el día previo no se debe hacer tanto, y menos intentar recuperar lo que ya no tiene remedio. Así las cosas, el domingo día D, tenía agujetas, y desde el primer km noté los típicos pinchazos en los cuadriceps, que me acompañaron y fueron en incremento hasta el final de la carrera. Y es que como ya estoy acostumbrado al machaque, con salidas en días consecutivos, dobletes los fines de semana, incluso con carreras sábado y salida larga el domingo, tengo buena capacidad de recuperación, y aunque parezca un disparate, demasiado descanso me resulta contraproducente. Es consecuencia lógica del entreno para Ironman, ya que en éste se pretende preparar a tu organismo para que asimile y tolere importantes cargas de ejercicio con una mínima recuperación.
Por otro lado, y comprobando los tiempos y la literatura especializada, también es cierto que el ritmo marcado hasta la mitad (1:36) fue demasiado rápido, a tenor de mis resultados en las medias, y como es lógico, no lo pude mantener hasta el final debido a los dolores en las piernas, que iban a más, la pesadez lógica por el paso de kms, y la típica agonía final. En cualquier caso, creo que aunque hubiera ido más lento el la primera parte, la factura de la segunda hubiera sido la misma, ya que mi experiencia me dice que entre el km 25 al 35 siempre te llega el bajón, hagas lo que hagas, por lo que estoy convencido de que la mejora de mi tiempo, a pesar del menor entrenamiento con respecto al añó pasado, se debió precisamente al ritmo más rápido de la primera parte. Además, como el GPS de Polar no se conectó a la unidad de pulsera por un error mío, no pude llevar más control del ritmo que mis propias sensaciones, y las referencias visuales. Pero insisto, creo que todo hubiera ido mucho mejor (no me refiero al tiempo, sino al sufrimiento) si durante la semana hubiera podido salir a entrenar esos dos días más.
Así las cosas, ya tengo un nuevo reto en la distancia, bajar de 3:15 en el próximo maratón, que de ilusión también se vive.
En cualquier caso, y una vez analizada la situación post carrera, que ha sido superada con éxito, sin lesiones, y con una nueva lección aprendida para el futuro, damos por cumplido otro objetivo intermedio, y ahora nos toca pensar en los 101 de RONDA, que ya se nos echan encima.
Una foto de la zona de Meta, en la Avenida Foch: